lunes, 22 de junio de 2020
cuento de ciencia ficción
De lo que si estaba
completamente seguro, es que ella no era de este planeta. Esa mirada curiosa ya
la conocía yo, en mis copiosos viajes a los confines del universo. Sobre todo,
en las mujeres de un planeta amarillo, ubicado en una lejana galaxia de la cual
ahora no recuerdo su nombre. Esa misma sensación de ser explorado desde los
pies hasta la cabeza, la había sentido una fría noche, cuando junto a mi
tripulación tuvimos que descender de emergencia, en tan lejano paraje. Recuerdo
entonces cuando ala distancia, unos ojos luminosos me observaban con gran
indagación. Casi que me sentí desnudo ante tal manera de contemplar a un ser
humano. Cuando dirigí mi mirada a aquellos ojos fisgones, inmediatamente se
apagaron, pero en mi quedo la sensación, de que más allá de la curiosidad que
suscita un extranjero, hubo una fascinación sobre lo desconocido. Yo me quede
estático no sé por cuanto tiempo y cuando logre restablecer mi prioridad en
aquel remoto planeta amarillo, sentí que mi mente alma y cuerpo, también sufrieron
los embates de un sortilegio espacial. Ahora después de tantos años, la
casualidad me ha llevado a contemplar en esta fría noche, los ojos de aquella
mujer y sentir el mismo embeleso
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